Había una vez una princesa que se llamaba Annemarie y su sirviente Ellen. Las dos estaban de vacaciones, pero unos señores la secuestraron y se la llevaron a Copenhague. Al castillo de Copenhaque tenían a Annemarie y Ellen atadas contra una cama de pedales de rosas. Después de unos días los secuestradores se marcharon con la princesa, el capitán del ejército intento parar a los secuestradores. Al final el capitán aterrorizó a ellos y dejaron a la princesa en paz. Gracias a la valentía del capitán, la princesa se casó con él. El sirviente también se casó. Y como dicen en los cuentos, vivieron felices y comieron anises.