Ayer cumplí 35
años, aunque era un día especial no fue el mejor cumpleaños que digamos. Pensaba
que esa mañana iba a ser muy agobiante, que mi mujer y mis hijos vendrían corriendo
a felicitarme pero no fue así. Ni el perro mostró el menor gesto de aprecio. Parecía
que se habían olvidado por completo de este día tan especial para mí. Fui a la
oficina, como cada día y al llegar mi guapísima y joven secretaria me dijo:
- Buenos días jefe,
¡Feliz cumpleaños!-
Me alegré al oír
eso ya que por lo menos alguien se acordaba de mí. Al acabar el trabajo mi
secretaria me invitó a comer y acepte ya que no tenia cosa mejor que hacer.
-Vamos, te invito
a mi casa, puedes tomarte las copas que quieras.- me dijo ella al acabar de
comer. Sin pensármelo ni un segundo acepte. Una vez en su apartamento , puso
música lenta, apagó la luz y susurró:- voy a la habitación a cambiarme y a
ponerme algo más cómodo, ahora vuelvo.- Entró
a su habitación y al cabo de un rato volvió con un gran pastel de cumpleaños,
con mi mujer, mis hijos y algún trabajador mas de la oficina detrás y todos
ellos cantaban el cumpleaños feliz, y allí estaba yo en el sofá desnudo, sólo
con los calcetines y los calzoncillos puestos.