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Las Bitácoras de lengua castellana tienen carácter educativo. Significan una ventana abierta de las actividades que se realizan en la asignatura, un modo de aprendizaje de la lengua y la inmersión en las nuevas tecnologías de la información. Por todo esto hemos de procurar UTILIZARLAS DE FORMA CORRECTA Y RESPETUOSA.

Se han de perdonar las faltas ortográficas y otras de expresión. Estamos aprendiendo y, por tanto, podemos equivocarnos. Los profesores van corrigiendo, pero a veces hay tantas publicaciones que no pueden seguir el ritmo de los alumnos.

jueves, 17 de marzo de 2011

Anónimo

Esa mañana, todo parecía tan normal como siempre, pero un sobrecito colgaba de la ranura del buzón. “Propaganda” pensé.

Me acerque hacia allí y lo cogí. Era un sobre decorado con rotuladores de diferentes colores y muy llamativos. Y llevaba mi nombre…No le di importancia y lo introduje en mi mochila.

El día transcurrió normalmente. A la salida de la universidad, no fui directamente a casa y me senté en el banco de un parque. Abrí mi mochila y saque el misterioso sobrecito. Con sumo cuidado abrí el sobre para no romperlo. Saque un papel blanco escrito con una particular y preciosa letra. Sentí bastante curiosidad y empecé a leer:

Hola Annie:

No tengas miedo. No soy de esos anónimos que te acosan cuando vas por la calle. Debo admitir que me has llamado la atención desde que te vi el primer día. No debiste verme, ya que yo solo estuve dando una conferencia en el ala 3. Te oí hablar con tus amigas y debo admitir que estuve observándote. No soy un acosador. Me gustaría conocerte. No voy a secuestrarse, eso te lo aseguro.

Espero que me creas. Si es así, me gustaría verte en el parque mañana a las diez. Es sábado y no tienes universidad. Espero verte.

La carta acabo ahí, dejándome en vilo ¿Alguien me había estado observando y no me había dado cuenta? Y ¿Quería conocerme?

Miedo no tenia precisamente, pero igualmente no podía sentir algo de extrañeza. Yo no era especial, y mucho menos interesante. ¿Por qué alguien se tendría que fijar en mí?

Pero como siempre, la curiosidad me mató y tuve que acudir a la misteriosa cita. Dicen que la curiosidad mató al gato. Pero rezaba porque esa vez yo no fuera el gato.

Llegue al parque. No había nadie. Entonces lo pensé detenidamente. Puede que alguien me hubiera gastado una broma.

Si, seria eso. Me gire, dispuesta a irme y entonces me encontré cara a cara con un hombre que ni mucho menos pensaba encontrarme ahí. Si él me hubiera estado observando, estaba segurísima de que me hubiera dado cuenta. Me sonrió con dulzura:

-Has venido.

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